Autora: Imma Juan
Twitter: @intimind
Esta idea la expresó durante una conferencia en 1924 Graham Wallas pensador, psicólogo y ensayista político, pero se podría pronunciar ahora mismo palabra por palabra. Dos años después, en 1926, Wallas publicó “El arte del pensamiento”. En esa obra expuso su teoría de la incubación creativa, según la cual el descanso y la pausa son esenciales para que nuestra mente obtenga sus mejores resultados.
Según Wallas, el pensamiento creativo tiene cuatro fases que son el marco para entrenar nuestra mente en la técnica del proceso creativo:
Todo empieza recopilando datos y, según Wallas, luego es fundamental permitir que pase un tiempo muerto durante el cual la mente reorganiza la información, la sintetiza y ordena, la asocia a anteriores datos o la completa, entre otras operaciones. Esta fase permite a la mente inconsciente trabajar sin restricciones en la información recibida. En la conferencia citada, Wallas habló de la importancia de esa pausa de libertad mental pero también de lo relevante que es la capacidad humana de manejar su atención más allá de los impulsos.
Actualmente la Neurociencia nos ayuda a comprender el proceso creativo: cuales son sus fundamentos cognitivos y neurales. En multitud de investigaciones se ha visto que, cuando se descomponen los procesos cerebrales implicados en el logro creativo, la atención plena va claramente de la mano con la creatividad. La pregunta es si podemos aplicar de forma científica la atención plena al proceso creativo.
Podemos equiparar el cerebro con una orquesta: en cada momento intervienen distintos instrumentos y se sincronizan según el pasaje que se está tocando. La sincronía entre todos es fundamental para que suene. Pues de la misma manera, según la neurocientífica Crystal Goh la clave para optimizar el proceso creativo es el equilibrio de las redes cerebrales.
En esta fase en la que se recopilan ideas e información y se utiliza el llamado pensamiento divergente, relacionado con la capacidad de encontrar múltiples soluciones a determinado problema. Es el pensamiento que surge en sesiones de tormenta de ideas y requiere soltar juicios o ideas preconcebidas para permitir que surjan ocurrencias nuevas. Para un funcionamiento óptimo del pensamiento divergente es necesario tranquilizar la red de control cognitivo, que permite que la red neuronal por defecto (un conjunto de regiones del cerebro que colaboran entre sí y que podrían ser responsables de gran parte de la actividad desarrollada mientras la mente está en reposo), se mueva más libremente. Este es el momento de usar la imaginación, recopilar datos y no tener ningún tipo de trabas acerca del desorden y el azar.
Cuando ya has tenido tantas ideas como sea posible, es hora de desconectar. Dormir, navegar, cocinar, disfrutar de la vida mientras el cerebro se encarga de organizar la memoria y prepara el escenario para una visión creativa.
Entonces llega el ¡Aha!, el eureka: una comprensión súbita que resuelve un problema, reinterpreta una situación, explica una broma o resuelve un precepto ambiguo. Se denomina “insight” o inspiración. Los psicólogos la han estudiado mediante métodos conductuales durante casi un siglo. Recientemente, las herramientas de la neurociencia cognitiva se han aplicado a este fenómeno. Una serie de estudios han utilizado la electroencefalografía y la resonancia magnética funcional para estudiar los correlatos neurales del «Momento ¡Aha!» (qué partes del cerebro trabajan cuando se produce), y sus antecedentes. Aunque la experiencia de la intuición es repentina y puede parecer desconectada del pensamiento inmediatamente anterior, estos estudios muestran que esa inspiración es la culminación de una serie de estados cerebrales y procesos que operan en diferentes escalas temporales.
Este es el verdadero momento de inspiración creativa, cuando las ideas subconscientes y no relacionadas entre sí se unen de repente y llegan a nuestra conciencia a través de una de las redes de nuestro cerebro, la red de prominencia. Esa red detecta y capta inmediatamente un pequeño brillo en nuestro océano de pensamientos y lo convierte en una inspiración.
Finalmente viene la confrontación con la realidad de esa iluminación brillante pero cruda. Este último paso requiere un pensamiento convergente. Ahora utilizamos menos la imaginación y más el control cognitivo y las redes de atención para hacer una evaluación analítica.
Por tanto, lo que la neurociencia nos muestra hasta el momento es que la teoría de Wallas sigue vigente en algo esencial: la creatividad requiere tanto de la libertad total como del control de nuestro pensamiento.
El equilibrio entre las redes de improvisación y el control es extremadamente importante para la creatividad.
Por ejemplo, la improvisación del jazz y el rap implican «liberar el control», pero en la cantidad exacta y equilibrada para producir resultados creativos.
También necesitamos nuestras redes de control: la ausencia total de control cerebral frontal está vinculada a la esquizofrenia, el consumo de sustancias y la depresión.
Volviendo a Wallas:
La meditación fortalece tanto las redes de improvisación como las de control, pero lo que es más importante, también refuerza una tercera red -la red de saliencia- que mantiene el equilibrio.
Está comprobado que la atención plena ha probado resulta beneficiosa para reducir el estrés y la ansiedad. Pero además, mediante el entrenamiento mental sistemático desarrollamos meta-conciencia (auto-conciencia), una habilidad para modular el comportamiento de uno mismo (autorregulación), y una relación positiva entre el yo y el otro que aumenta las características prosociales. Con mindfulness tomas conciencia de los sesgos y prejuicios que tienes y de sus causas. Este es el primer paso para eliminarlos o cambiarlos.
Esta fase en la que ponemos en marcha el pensamiento divergente implica mucho aprendizaje. Hay que encontrar múltiples soluciones a un problema determinado y requiere que soltemos los juicios y las ideas preconcebidas. Un estudio muy interesante al respecto fue llevado adelante por la psicóloga Lorenza Colzato de la Universidad Wassenaarseweg de Holanda. Según Colzato, en un paper titulado «Meditar para crear», el pensamiento divergente se vio incrementado en aquellos sujetos que practicaron meditación del tipo de monitorización abierta, es decir, prestar atención deliberadamente al flujo de eventos del momento presente (pensamiento, emociones, sensaciones físicas), sin focalizar en el contenido de esos eventos, manteniendo una actitud de no-juicio (aceptando que estos eventos ya están aquí).
Medita antes de tus sesiones de lluvia de ideas para estar menos distraído, totalmente enfocado y producir ideas iniciales de primera calidad.
Mindfulness es particularmente útil para esta fase que tan a menudo se subestima. A muchas personas les resulta difícil desconectar, relajarse y dejar de obsesionarse. La buena noticia es que incluso una meditación de atención breve puede calmar tus pensamientos, reducir la ansiedad o el estrés, y ayudarte a entrar en un estado de calma. Es posible incluso que la gran idea surja durante la meditación. La cuestión es que no te esfuerces en hacer que suceda. Se producirá de forma natural. El sueño y cualquier forma de práctica consciente que no involucre el pensamiento activo de la tarea creativa es útil. La meditación andando es ideal para reducir el estrés y la ansiedad que pueden surgir cuando te dispones a «no hacer nada». Relájate y deja que el momento ajá ocurra.
Cuando practicamos la atención plena, podemos ver mejor nuestros pensamientos, con más claridad. En otras palabras, somos más conscientes. Si una idea clara aparece en una mente desordenada y ruidosa, es posible que se pierda. Así que, cuando llegue el momento de la comprensión, asegúrate de que se produce desde una perspectiva lo menos condicionada posible por los prejuicios habituales.
En esta fase, pasas tu idea genial por el filtro de la realidad. Ahora lo fundamental es que mantengas el enfoque, la positividad y la motivación sin que el proceso te derrote. Incluso si el primer intento no te da los resultados que deseas, cada paso se agrega al siguiente. Durante este proceso de refinamiento es aconsejable hacer ejercicio y meditar. Ambas actividades promueven la atención y la habilidad durante el pensamiento convergente. En el área del pensamiento convergente, el conocimiento es de particular importancia: es una fuente de ideas, sugiere caminos para las soluciones, y proporciona criterios de efectividad y novedad. Según el estudio de Colzato, la meditación de atención focalizada mejora el pensamiento convergente.
El proceso creativo es una ventana a nuestras tendencias cognitivas, y depende de cómo de bien estamos dirigiendo la orquesta. Volviendo a Wallas :
Mindfulness es la oportunidad de practicar el no-juicio y la compasión hacia uno mismo, especialmente cuando las cosas no salen perfectas y cuesta un poco más seguir adelante.
Autora: Imma Juan
Twitter: @intimind
Muy interesante el artículo! Un gran trabajo!
¡Gracias! Un cordial saludo