Autor: Clara Hernández
¡Pero tenemos una buena noticia! No hace falta que busques 10 minutos al día para sentarte con un palito de incienso o unas velas y practicar una meditación guiada. La meditación puede estar presente en cualquier momento del día. Es lo que se conoce como meditación informal. Y se trata simplemente de eso: de estar presente.
Según la describe la doctora Barbara L. Fredrickson: “La meditación informal, a diferencia de la formal, se practica dentro del flujo de las actividades diarias, en momentos improvisados y sin instrucción guiada”.
Es normal que, durante las 12 horas aproximadas que estamos en marcha, respondamos a las rutinas y obligaciones la mayor parte del tiempo de forma autómata. Pero es en ese vaivén de tareas y rutinas donde debe irrumpir un resquicio de consciencia que invite a parar por un minuto.
Es la práctica meditativa en cualquier circunstancia, momento y lugar. Es decir, prestar atención durante 60 sencillos segundos a lo que estamos haciendo, dónde estamos, qué ocurre, cómo es el espacio que nos envuelve y, si cabe, dejarnos deleitar por algún pequeño detalle: la luz del sol, las nubes, el tic tac del reloj, un hombre paseando, un grupo de niños riéndose, el sabor del café que estás tomando… Y sentir, ser conscientes de lo que estamos sintiendo, sea lo que sea.
Se puede hacer, por ejemplo, cerrando los ojos durante un minuto en la oficina para centrarnos en la respiración. O mientras conduces, prestando atención total a cada señal, cada movimiento suave del volante, la acción intuitiva y ya automática de tus pies en los pedales… O mientras esperas de pie en la cola del supermercado. Puedes prestar atención total al sonido de la caja pasando cada código de barras, por ejemplo. Hay muchas maneras y situaciones para practicarlo.
El neuropsicólogo Rick Hanson defiende que cuantos más recursos positivos nos guardamos y absorbemos dentro de nuestro sentir y conciencia, mejor, pues son recursos que más tarde se podrán aprovechar. Poner el foco de atención en los momentos positivos y agradables del día, destacando aquello que agradecemos y valoramos en lugar de aquello que nos desagrada y molesta, aumenta nuestra “despensa” del bienestar.
¿Y por qué es útil esto? Pues para cuando lleguen días complicados o algún tipo de adversidad o complicación. Haber preparado previamente un colchón de momentos positivos puede ayudar a enfrentar esas situaciones más complejas el día que lo necesitemos.
No hay que confundir esto con la negación de sentir emociones más desagradables. Si hay que pasar por un duelo o una etapa complicada, debemos permitirnos sentir las emociones que correspondan. Pero esa “despensa” del bienestar será como una mano amiga que nos apoye a seguir adelante en el proceso en el que estemos.
La Doctora Barbara L. Fredrickson publicó en mayo de 2019 un estudio en el que se analizaban los beneficios de la meditación informal a un grupo de adultos de entre 35 y 62 años que no habían practicado meditación antes. La prueba les animaba a practicar meditaciones informales a lo largo de sus días durante nueve semanas. Para ello se dividió a los 230 adultos en dos grupos. El primero debía practicar la atención plena y el segundo la proyección de bondad y compasión. La organización de las semanas del primer grupo fue la siguiente:
Las meditaciones informales del segundo grupo se centraban en la Loving-Kindness Meditation (LKM). Es decir, meditaciones informales enfocadas en el amor, la bondad y la compasión. Entre ellas se incluía, por ejemplo, enviar buenos deseos mentalmente hacia sí mismos/as o hacia el resto de participantes. En sus casos, la organización de sus semanas fue la siguiente:
Cada día debían registrar las veces que habían practicado la meditación informal e informar sobre posibles cambios o sensaciones que notaran. Durante el estudio, la doctora Fredrickson y su equipo se percataron que cuánto más informaba un sujeto que había practicado meditación informal ese día, más informaba también que había experimentado emociones positivas y una mayor integración social con el resto de participantes. Las conclusiones del estudio fueron que aquellas personas que pasaron más tiempo dedicadas a prácticas de meditación informal “en general experimentaron niveles más altos de emociones positivas y más sentimientos de integración social, que las personas que pasaron menos tiempo involucradas”.
Acordándote, simplemente. Respetando tus rutinas y tu agenda, pero salvando pequeños minutos para dedicarlos a prestar atención. Sin necesidad de abandonar la oficina, o esperando de pie a que tus hijos salgan de clase para recogerlos. Simplemente presta atención al momento presente.
Si te es de ayuda, puedes seguir la organización de las semanas del estudio de la doctora Fredrickson para orientarte e inspirarte. Ambos programas son interesantes y beneficiosos. Con el primero obtendrás más claridad mental, menos estrés y ansiedad, y un estado de relajación y concentración más frecuente y agradable. Y con el segundo más optimismo y entusiasmo, más autoestima, una mente más positiva y una mayor capacidad empática.
En la aplicación de Intimind encontrarás muchas meditaciones para practicar tanto la atención plena como la compasión hacia ti o hacia otras personas. No dudes en descargártela.
Autor: Clara Hernández