Autor: Mara Claramunt
A veces la vida nos pesa. Surgen muchas situaciones que nos preocupan e incluso nos producen cierta ansiedad. Puede ser el afrontar nuevos retos laborales, tener que lidiar con enfermedades, atravesar por situaciones familiares difíciles, o, de manera más puntual, afrontar un examen o una entrevista de trabajo.
Son experiencias que no podemos cambiar ni evitar, forman parte del vivir. Lo que quizás sí podemos cambiar es nuestra manera de afrontarlas.
Porque, aunque nos cueste reconocerlo, en muchas ocasiones somos nosotros mismos los que hacemos que aumente nuestra ansiedad a través de nuestros propios pensamientos.
Opresión en el pecho, sensación de que nos falta el aire, corazón acelerado, fatiga, dificultad para concentrarnos, alteraciones del sueño, tensión muscular…
Son algunos de los síntomas que podemos notar en esos momentos de nuestra vida en los que la ansiedad y preocupación se apoderan de nosotros. Momentos en los que tenemos que gestionar experiencias que se salen de nuestra rutina, que nos causan miedo por ser algo desconocido o porque creemos no estar preparados para afrontarlos.
Los síntomas que acabamos de enumerar no aparecen de repente. Son el resultado de un proceso mental a través del cual empezamos a generar pensamientos, juicios, e interpretaciones a cerca de la realidad que estamos viviendo. Como resultado de este proceso mental, en algunas ocasiones, acabamos sintiendo emociones negativas que acaban reflejándose en nuestro cuerpo a través de diferentes síntomas físicos.
Y es que nuestra mente puede ser nuestro mejor aliado pero también nuestro mayor enemigo si no la gestionamos de manera correcta.
Vamos a verlo con algunos ejemplos. ¿Qué cuestiones te preocupan en estos momentos? ¿Se trata de tu situación laboral? Quizás estás en paro y no llegas a fin de mes. O sientes ansiedad porque has empezado en un nuevo trabajo. Tal vez te preocupa el estar pendiente de algunas pruebas médicas o inmerso en un conflicto familiar…Sea cual sea el contenido de tu experiencia, la parte más importante es la evaluación que tú estás haciendo de ella, el significado que le estás dando y los pensamientos que resultan de todo ello.
Y es que nuestra mente puede ser nuestro mejor aliado pero también nuestro mayor enemigo si no la gestionamos de manera correcta.
Pensamientos del tipo:
¿Te suena todo este ruido interno?
¿Cuáles son los pensamientos que sueles tener tú en este tipo de situaciones?
Y lo más importante, ¿Eres consciente de ellos?
Seguramente serán muy parecidos a los que acabas de leer: pensamientos negativos, llenos juicios, plagados de ideas catastrofistas…. Y si te das cuenta, temporalmente centrados sobretodo en el pasado o en el futuro.
En algunos momentos puede ser a través de la sensación de falta de aire o quizás con algo de taquicardia. Puede que sea con una contractura muscular. Cuerpo y mente se influencian mutuamente y todos esos pensamientos pueden acabar teniendo un impacto en tu cuerpo.
Y no solo eso, ¿Crees que ese tipo de pensamientos te van a ayudar a encontrar trabajo o a hacer bien las cosas en tu nuevo puesto? ¿Son útiles quizás para hacer frente a una enfermedad de cualquier tipo o para abordar una situación familiar complicada? Todo lo contrario. Pueden hacer que las cosas aún se compliquen más.
Sería mucho más útil generar otro tipo de pensamientos más constructivos, que te ayuden a analizar la situación, a darte calma a ti mismo/a y a encontrar soluciones.
El problema es que este torrente de ideas se produce en su mayor parte de forma poco consciente, mientras limpiamos en casa, andamos por la calle o mientras conducimos. Casi sin darnos cuenta entramos en estos bucles de pensamiento que acaban cortándonos la respiración y encogiéndonos los hombros sin apenas darnos cuenta. Sin apenas control, muy sutilmente y sin que podamos elegir cambiarlos por otros pensamientos más útiles y realistas, que nos ayuden a gestionar correctamente la situación. Nuestra mente se pone en marcha como un caballo desbocado.
La Atención Plena es una de las opciones. Fundamentalmente porque cuando la practicamos nos ayuda a ser cada vez más conscientes de nosotros mismos: de nuestro cuerpo, de nuestros pensamientos y de nuestras emociones.
Podemos “pillarnos” con más facilidad generando pensamientos que no nos ayudan o notando cómo bloqueamos nuestra respiración o encojemos los hombros en momentos de miedo, tensión o agobio.
Y es entonces cuando podemos pararnos a respirar y optar por observar qué hay detrás de ese miedo, de esos pensamientos intrusivos. Tratar de entender por qué estamos reaccionando así y, en consecuencia, escoger conscientemente qué otra respuesta queremos dar a la situación que estemos viviendo.
Autor: Mara Claramunt
Muy buena app.
¡Gracias por confiar en nosotros en tu experiencia mindful 🙂
Muy interesante el artículo sobre cómo reducir la ansiedad! Enhorabuena por el blog de meditación y gracias por hacerla más comprensible. Un saludo