Autor: Mara Claramunt
Tanto si vas a empezar a practicar meditación como si ya llevas un tiempo, este artículo incide en la práctica a las que hay que volver una y otra vez. A veces nos perdemos buscando ejercicios de mindfulness, queremos probar para ver cual es más adecuado para nuestra forma de ser o para el momento en que vivimos. Pero no hay que olvidar la base de de todas ellas: la respiración.
Para ejercitar la atención, con paciencia, para que una y otra vez se dirija al objeto que hayamos decidido. En la propuesta de nuestra App intimind, llevamos la atención a la respiración durante 10 minutos.
La respiración está en el core de todas las prácticas meditativas. Tu propio aliento es como un ancla de la plena consciencia. Un ancla que ayuda a amarrar el corazón en el momento presente y a volver a ese sitio regularmente.
Meditando empiezas a sentir y a observar el aire entrando y saliendo de tu cuerpo y, poco a poco, con la práctica, acabas por SER esa respiración
La actitud es clave y debes tener presente dos cosas: ser amable contigo y saber que cada vez que la mente se despiste la tienes que llevar de nuevo a la respiración.
Esta práctica tiene un impacto directo sobre nuestra experiencia emocional. Podemos apaciguarnos simplemente por la presencia de la respiración. La puedes convertir en esa amiga que te acompaña en momentos difíciles. No te va a impedir sentir emociones negativas pero ayuda a que no te invadan ni te desborden. Cuanto más practiques más notarás ese efecto. Por eso la hemos llamado meditación de la calma.
Varias veces a lo largo del día, tómate el tiempo de respirar, solamente respirar, durante dos o tres minutos enteros. Permítete no tener que hacer nada más que sentir tu respiración. No busques una “buena” manera de respirar: simplemente hazlo con conciencia del aire que entra y sale. Sea como sea, será perfecto.
Autor: Mara Claramunt