Autora: Imma Juan
Twitter: @intimind
Aunque cada vez nos resulta más familiar el término de mindfulness y cada vez lo utilizamos con más naturalidad aunque sea una palabra inglesa, lo cierto es que tenemos una expresión en español que refleja con fidelidad su significado y es: atención plena. La explicación más sencilla de estas dos palabras es que consiste en llevar consciencia total a una experiencia. Todos hemos vivido algún momento con atención plena. Es una cualidad que está en la naturaleza humana.
Con la práctica de mindfulness, por una parte nos entrenamos para llevar ese estado de consciencia a un mayor número de momentos en la vida, y, por otra parte cultivamos la habilidad de decidir cuando queremos prestar esa atención total a algo (o a alguien).
Las técnicas de atención plena, en la forma que se practican en Occidente, tienen su origen en la tradición de meditación budista, pero no hay nada inherentemente «budista» en ellas. La atención plena, de hecho, es el ingrediente fundamental de la mayoría de las técnicas de meditación, pero va mucho más allá del aspecto formal que consiste en sentarte en el suelo con los ojos cerrados. La atención plena implica estar presente, en este momento, sin distracciones. ¿Recuerdas algún momento así? ¿Algún momento en que tu mente y tu cuerpo están percibiendo y sintiendo la realidad tal y como es? Es exactamente lo opuesto a cómo vivimos la mayor parte del tiempo ya que solemos estar atrapados por pequeños (y grandes) pensamientos y sentimientos, criticando y juzgando a los demás y a nosotros mismos.
Ser consciente es darse cuenta. Es es el primer paso para luego dar solución a problemas que surjan. Muchas veces se habla de la meditación como de una actividad para aislarse pero no es así: es una búsqueda de acción, de la mejor acción decidida desde la calma.
La práctica regular de mindfulness ayuda a ser consciente de los sesgos cognitivos y también ayuda a desapegarnos de ellos y a darnos cuenta de que los podemos cambiar.
El cambio no se produce de forma inmediata, pero, con tiempo, verás que la atención plena se despliega es tu vida cotidiana, cuando no estàs meditando. Es como la actividad física: más allá del momento en el gimnasio o donde hagas tus ejercicios, luego notas en el cuerpo que tus músculos y tu postura y tus sensaciones corporales han mejorado.
Cuando padecemos estrés o ansiedad solemos generar tres comportamientos de forma involuntaria o inconsciente:
La práctica continuada de mindfulness ayuda a modificar esos comportamientos. Ayuda a darse cuenta de todos los contenidos internos con claridad. Cultiva la autoobservación y amplía la visión de uno/a mismo/a con lo cual tomamos perspectiva de lo que nos ocurre y de sus causas. Por último, aprendemos a permitir conscientemente todo lo que ocurre en lugar de bloquearlo.
Permitir conduce a la disolución natural de dichos contenidos. Ante nuestra conciencia observadora, los contenidos aparecen, se desarrollan y mueren.
La práctica de la atención plena nos ayuda a ver cómo nuestros pensamientos, emociones y sensaciones se transforman y cambian rápidamente. Nos damos cuenta de que no hay forma de mantener y fijar los estados «placenteros» así como tampoco podemos descartar definitivamente los estados «desagradables». Nada es para siempre
En las últimas décadas los estudios sobre mindfulness han proliferado y muchos demuestran que la práctica de Mindfulness reduce el pensamiento repetitivo e improductivo que da vueltas a una misma idea sin llegar a ninguna conclusión o solución. Reduce la “rumiación” y por lo tanto, mejora la capacidad de los practicantes para hacer frente a la ansiedad, el estrés y el dolor.
Te propongo un breve ejercicio que se sintetiza con la palabra STOP para que sea más sencillo de recordar. En cualquier momento del día, cuando te sientas tenso o alterado dedica tres minutos a hacerlo:
STOP
Habitar el presente. No se trata de desconectar sino de centrar nuestros sentidos en el aquí y el ahora. Ese es el puente de unión con nuestro interior y precisamente, uno de los objetivos del mindfulness.
Es una filosofía ancestral que nos invita a adoptar una actitud de apertura ante todo lo que sucede. El mindfulness entrena la mente para que se convierta en un espacio libre de juicios para así liberarnos del automatismo en el que vivimos inmersos día tras día.
Autora: Imma Juan
Twitter: @intimind