Autor: Irene Iglesias García
Fue una larga noche de 19 días. El grupo no tuvo contacto alguno con el exterior hasta pasados 9 días de su encierro. Una vez se estableció el contacto, aún les quedaba esperar el momento final del rescate. Eran 12 niños, entre 11 y 16 años, en plena oscuridad, rodeados de agua, y sin la certeza de poder salir de la cueva con vida. ¿Cómo esperar en las mejores condiciones hasta que llegara el momento del rescate? ¿Es posible no dejarse llevar por la angustia, perder los nervios, la calma, e incluso, la cohesión del grupo? Es probable que cualquiera de nosotros viviéramos esta larga espera como una experiencia realmente traumática. Sin embargo, estos niños dieron muestra de una sorprendente serenidad y calma.
En este sentido, la práctica de la meditación ha jugado un papel clave para la supervivencia del equipo. Gracias a su formación como monje budista, Ekapol consiguió mantener el grupo unido y en calma. El entrenador enseñó a los niños a meditar con el objetivo de que se mantuvieran serenos y preservaran su energía durante las dos semanas que permanecieron atrapados.
La experiencia de estos niños Tailandeses ha puesto en evidencia la utilidad de la meditación aún en situaciones de extrema gravedad. Esta evidencia se suma por tanto a la ingente evidencia científica que demuestra también la utilidad de la meditación para vivir una vida más serena y plena.
En Occidente estas prácticas se extienden cada vez más a través del Mindfulness que ofrece recursos para equilibrar mente y cuerpo, regular emociones, y ayudar a superar situaciones del día a día. La práctica “mindful” recoge lo mejor de la meditación oriental y lo pasa por el tamiz de la investigación y la neurociencia, demostrando el beneficio tangible de la meditación.
Según Imma Juan, directora de Intimind, «la práctica continuada centra cuerpo y mente, a través de simples ejercicios guiados de control mental y de observación de uno mismo en el momento presente«. Mara Claramunt, Psicóloga de la APP, añade que «el foco de atención es el aquí y ahora como método para calmar la ansiedad y la angustia, no lo que hubo antes o lo que habrá después. La respiración es un factor clave en todo el proceso y de hecho es la primera herramienta que aprendemos a usar con ayuda de la aplicación. A través de la respiración podemos observar nuestras emociones más incómodas y sin embargo no dejarnos arrastrar por ellas”.
Ahora toca procesar la alegría del regreso, dejar que las emociones de niños y familiares fluyan y seguir disfrutando del momento presente.
Autor: Irene Iglesias García